Descripción
Ana Frank ha quedado para la historia como ejemplo indeleble del horros que supuso el nazismo durante el pasado siglo. Junto a su familia, se ocultó en la parte de atrás de una casa, en Ámsterdam, en la que su padre tenía negocios de importación de especias. Querían evitar ser denunciados por judíos y que los condenaran a prisión y, después, a un futuro más que incierto. De allí salieron dos años y 27 días después camino del campo de concentración de Westerbock. El diario que escribió durante el obligado encierro ha quedado como uno de los testimonios más asombrosos sobre la condición humana, contemplada desde la ingenuidad de una muchacha que, en su forzado aislamiento, empezó a descubrir los misterios de la vida. Hoy, aquí, desde este rincón de una Europa que parece recordar con más afición que la necesaria el totalitarismo fascista, Teatro Silfo se propone recordar la figura de Anna Frank como paradigma certero de talento, valor y amor.