Descripción
La cotidianidad de lo extraordinario. Transporte, trabajo, prisa. Y el afán por ser más, por ser alguien, por dejar huella. Tradiciones prostituidas, olvidadas y abandonadas. Danza Esporádica nos devuelve a la raíz, a la tierra, a la sal. Salinas que nos recuerdan el origen del desarrollo humano, del intercambio, de la economía. La sal, considerada durante siglos un artículo de lujo, y hoy presente en cada casa, en cada familia. La cotidianidad de lo extraordinario. Panderos, gaitas, dulzainas y castañuelas unidas a las composiciones más intelectuales de Arvo Pärt o Steve Reich. La cotidianidad de lo extraordinario. Así es la danza. Fugaz. En cuanto se hace, desaparece. Y no deja huella. ¿Por qué no esparcir la sal y evitar dejar huella?