Sobre el proyecto
La compañía de Dani Pannullo es un laboratorio de ideas en permanente
ebullición donde se dan encuentro bailarines de múltiples disciplinas y
distintas nacionalidades, que tiene como hilo conductor la vida en las
grandes ciudades con sus nuevas formas de expresión entre las que la
danza urbana es utilizada como punto de encuentro.
Desde su establecimiento en Madrid en 1998 Dani Pannullo ha creado con
su compañía más de una docena de espectáculos de varios géneros, todos
ellos siempre en la vanguardia de la creación contemporánea.
Nuestra historia
Madrid recibió a Dani Pannullo en los tardíos ochenta mostrándole sus múltiples facetas. Su lado más sofisticado y artístico pero también su cara más desenfadada y desenfrenada. Le hizo saber cómo moverse por el día y le empujó también a familiarizarse con su noche canalla. Lo sacudió con coletazos de La Movida. Le enseñó su permeabilidad creativa, su capacidad de estar abierta a lo que un creador ecléctico como él, recién llegado de su Argentina natal, podía ofrecerle para alimentar su necesidad de progreso e innovación artística. Y Pannullo, fascinado, se dejó llevar. Parecía una ciudad diseñada para un artista como él, que sentía curiosidad por todo y necesidad de experimentar e inventar sin ponerse ni que le pusieran barreras, etiquetas ni casillas.
De Río Negro, en La Patagonia, donde nació, se había ido a la vibrante Buenos Aires, donde aprendió teatro y danza. Sus viajes de investigación y descubrimiento a países tan contrastados como Estados Unidos y Japón abrieron horizontes amplios e inquietudes importantes que se trajo a Madrid. Aquí hizo alianzas con artistas tan diversos como la actriz Mariola Fuentes o el diseñador David Delfín, entre tantos otros. Desde Productos Lola reinventaron y se inventaron. Reacomodó el concepto del cabaret a sus propias necesidades, y empezó a surgir un estilo que parecía negarse a serlo. Uno que sorbía de todo lo que le interesaba, que era mucho. La moda, fascinación que persiste. El teatro y la performance. Y ya no era que manifestara obsesión por la danza contemporánea sino por toda la danza. La del escenario, la de la pista de baile, la del salón y las del tablao y la verbena. La de calle, muy especialmente. Su conexión con la cultura urbana es todavía hoy rasgo fundamental.
Había necesidad de canalizar todo aquello, así que en 1999, a un año escaso para el cambio de milenio, fundó Dani Pannullo Dance Theatre Co., su propia plataforma y laboratorio de investigaciones, donde no ha parado de crear, siempre a un paso por delante de lo que va a venir, siempre intuyendo lo que se va a imponer. Todas sus propuestas, que superan ya la veintena, responden a una investigación, a una necesidad, a un momento concreto de su vida.
El hip hop, sus variantes y evoluciones, sus corrientes y tendencias, han dado el salto de la calle a lo escénico en muchas de sus creaciones. Breakers, casi siempre, pero también derviches giratorios, flamencos con duende o introspectivos cultores del butoh japonés… sus bailarines no tienen un perfil definido. Pueden, indistintamente, venir de la performance, el b-boying, la danza contemporánea, la gimnasia deportiva, el parkour, el football y workout free-style o el clubbing.
Una amalgama de gente, danzas, culturas e ideas que han tomado forma en producciones como Orden de Aparición (2003), Tiranah, Cabaret Hip-hop (2005), la ambiciosa serie de cinco episodios Desordances (2006-10), Avalanche (2012) o la más reciente Atlas – Map of Moves, que tiene como punto de partida el trabajo fotográfico de José Ortiz Echagüe. Con ellas, Pannullo no solamente ha consolidado un lenguaje y estilo propios, sino que ha abierto caminos para la inserción y el respeto por la danza urbana en la escena profesional de España, aparte de haber traído nuevos públicos.
Su trabajo ha sido conocido y reconocido, además de España y Francia, en Latinoamérica (México, Colombia, Chile, Cuba y Ecuador), el Norte de África (Marruecos y Egipto), Oriente Medio (Jordania, Turquía, Siria y Líbano) y Asia (India, China y Japón). Por ahora…
